Eterno resplandor de una mente sin recuerdos

Película que dirige Michel Gondry y cuyo guión fue escrito por el destacado Charlie Kaufman, un marciano con visa por méritos propios.
La idea basicamente es una comedia de amor, donde los principales protagonistas (Jim Carrey + Kate Winslet) sobresalen en una historia compleja, de amor y desamor, puesta en la tensión de la memoria y la necesidad de olvidar. Me parece que el director ha llevado adelante con notable y conocida destreza una historia llena de secuencias que se van relacionando fuera del orden temporal. Hay logros de composición y fotografía que impresionan, como cuando Joel (Carrey) tiene una de las tantas trampas alucinatorias inflamadas de deseo y va saliendo de la biblioteca donde estaba vibrando a Clementina (Winslet), al tiempo que las luces se van apagando por detrás al ritmo de sus pasos y vuelve a estar, introduciéndose por la puerta, en la escena desde donde había arrancado, en casa de sus amigos. Son decenas los recursos cinematográficos que logra Gondry a lo largo del film. Un gusto en la ambientación en ambientes naturales, abiertos, la nieve, el mar que van contrastando con el mundo interno, la carga traumática donde se van agregando y desfigurando situaciones, diálogos, objetos que desaparecen como ecos, etc etc.
El guión se destaca, Kaufman recibió el Oscar por el mismo. Intrincado, dinámico, diría comprometido sin duda con la realidad humana.
Me parece que la película es ambiciosa y entretiene. Plagada de recursos estéticos, y de efectos visuales que describen genialmente la experiencia atormentadora de quien padece un terrible trauma que lo lleva al desbarranco psicológico. Es una historia que toma de la estética surrealista su armado contextual, la realidad puesta entre comillas y paréntesis, para dar lugar a construcciones oníricas, alucinatorias. De todas formas la experiencia como espectador es que algo no se entiende, algo deberá ser develado, y cuando esto va ocurriendo, parecen soluciones que llegan al final de la partida, zancadillas sin revancha. Los caminos se van desarrollando y el final, feliz, deja poca convicción en lo vivido pero una tranquilidad por el devenir. A mi gusto me pareció barroca, exagerada, donde la inteligencia es debatida por enigmas que se jactan de sus caprichos en detrimento de las emociones. Es un desafío que divierte más por el ritmo, cobijando con su sombra el placer estético que promueven algunas escenas. La historia misma es interesante y simple pero pierde en profundidad en lo que gana en juegos de mente. Pasión yanqui, dirigida por un francés, este es el cóctel.
Esta bien, la volvería a ver? no se, hay tanto para ver...
Se puede rever dos o tres veces como fue la expuesta intención tanto de Kaufman y Gondry en sus comentarios dijeron algo así como "quisimos hacer una película que obligue a verse tres veces...".
Una pretensión que me rebela por determinada, o un discurso a posteriori reconociendo alguna necesidad reparatoria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario