
Desde hace más de una veintena de años se avanzó mucho en una idea interesante. Basicamente esta sería que la constitución de la personalidad de un individuo, lo que termina siendo un sujeto, pensante, psicológico, es la conformación de varios personajes introyectados. Cuando nacemos nacemos sumergidos en un medio social. La teoría que no ofrece resistencia a ser concebida como genuina descripción de lo que acontece en cada uno de nosotros, surge de la teoría psicoanalítica. El psiquismo individual, entonces, se conforma con las identificaciones (imitaciones instintivas) no de uno, sino de varias personas, y no solo se trata de identificaciones aisladas, sino de modos de operar de los individuos entre sí. En definitiva, podemos entendernos a nosotros mismos, en nuestros diálogos internos, como una reunión de grupo donde nuestros propios personajes internalizados entran en acción como en una reunión social. El concepto de herencia adquiere una magnitud que excede la linea del tiempo cronológico. Pensemos que nuestros modelos son a su vez, conformaciones logradas con otras identificaciones, con lo cual, el espacio y tiempo psicológico tienen marcas de enigmas trascendentales. Borges y sus laberintos, Ulises y el eterno retorno griego... La marca de lo transgeneracional, como potencia o como trauma. El Super-Yo, alter ego, el inconciente colectivo de Jung.

En los tratamientos psicoterapéuticos, sobre todo para resolver la angustia, el pánico, fobias en todos sus diversos despliegues, pero incluso, en el tratamiento de los trastornos de la personalidad narcisista, las anorexias, experiencias de vacío, las personas que viven actuando lo que no son para huir de una ausencia atroz, o sumergidos en una envidia mordaz, destructiva hacia los que si son, o aun en las psicosis, esquizofrenia, paranoia, este modelo teórico, ofrece grandes herramientas para comprender, explicar, curar o ayudar a aliviar el dolor de la persona en su existencia.
Es decir, la idea de alienación se refuerza, el ser humano empieza siendo puro deseo de otros. El aparato psíquico individual incorpora estos modelos externos y los configura tal como los vive, es decir como un grupo de identidades propias. Las personas que padecen malestar o enfermedad mental esto se ha constituido con deficit o conflicto. Después se logra la autonomía y acuerdo con el propio grupo interno, es decir hacerse sujeto del propio deseo y allí estaría la individuación, la liberación de ataduras con deseos ajenos, como ideal propio, motor vital, el por-venir.
(Mae West, Salvador Dalí -1936-)
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