La otra via

La mañana corriendo, el micro centro atestado. La oficina cubierta de olores de lavanda de los buenos limpiadores. El teléfono que empieza a sonar. El ritmo veloz, los mails y faxes se avecinan. Sonidos electrónicos, micros zumbidos bajo luces de neón. En el fondo y rodeando todo el perímetro del piso 23 los ventanales, la ciudad iluminada, el río con la reserva ecológica hacia el este. Un café fuerte y casi frío, el baño cada media hora...para caminar un rato, va.

Al mediodía decidió mover hacia los docks, ahora si el espacio más abierto, el sol la refugiaba. Se sentó en un cómodo banco, mirando el agua, esa que está detrás de los restaurantes. El teléfono no sonaba, ningún mensaje en el medio. Casi un horror la soledad de ese instante. Levantar la cabeza y dejar que el aire frío acaricie su rostro era una experiencia de otro tiempo, de un tiempo que ahora despertaba. Como un rapto de conciencia, amagó reirse de sí misma. Nada estaba lejos de su vida, era deseo y valentía... (ella supo que saldría).

(pintura "Bañistas reposando" Cèzanne)