Melinda y Melinda




Es una comedia clásica W. Allen. Esta vez, la idea rectora, esta puesta en el guión que incluye dos historias con un mismo personaje Melinda (Radhe Mitchell) en el lugar de heroína. En una historia las situaciones son presentadas como cómicas, en la otra como trágicas.El resultado es un permanente intercambio de situaciones en dos historias que en su base son similares. Y así va avanzando la película.El desarrollo esta impregnado de las cuestiones Woodynianas ya bastante conocidas, es decir, las preguntas sobre el sentido de todo, el amor, la fidelidad, los compromisos, lo cambiante y dramático del sentir humano, Dios, la muerte. Las historias superpuestas están caracterizadas por personajes de muy diferentes comportamientos y personalidades. En todos aparece la fragilidad y lo fútil de la existencia. Woody en su inteligencia y sarcasmo característico representa una vez más un humor de base pesimista, nietzschiano, cuestionando cada valor y comportamiento como fachadas efímeras, volátiles de la postura pretendida por cada quien, y despedazando toda trascendencia, por un individualismo desesperante. La vida es tan dramática que se trastorna en absurda y de esto vale la pena reírse. También para WA Nietzsche tiene razón.Es como si a lo largo de la película se tratará de encontrar el valor o la esencia del amor, y en definitiva la significación de la vida. Por supuesto, que este pretendido valor nunca se muestra a no ser como absurdo y cómico. Los personajes se presentan atrayéndose y frustrándose en un permanente transitar de emociones absolutamente inestables. Ellos son de muy distintas características. Inesperadamente se sienten atraidos en semejanzas que luego terminan en el absurdo abandono, producto de un individualismo aséptico. Para alguien como yo que cree totalmente hasta en el amor a primera vista, WA me pega una patada en la nuca, pero me divierto. Me divierto ya que intuyo la misma pasión en el genio de quien juega en cada producción como solo Woody sabe hacerlo. Presenta una vez más la vida como una gran comedia, una trágica comedia. El motor de la incesante búsqueda desde una inconformidad de base. Lo efímero del deseo siendo este tan poderoso, tanto como el destino, que sólo vale la pena vivirlo así sin más, porque si, abierta y libremente, hasta el final. Y ya está.

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