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Me estaba preguntando esta mañana, mientras de a poco cobraban mis sentidos otra vez la movilidad de la conciencia, qué, cómo sería mi día hoy. Los que me conocen algo, incluidos por supuesto mis estimados e interesantes pacientes, colegas y alumnos, saben que es uno de mis apasionamientos inventar el presente. Considero en este ejercicio la puesta en juego del yo, entonces la apertura a lo creativo, a la novedad, a lo de-velado. La conciencia da sentido y eso es demasiado en el mundo de hoy, eso cura. Discutido estuvo el tema con posiciones también criticas: vivir el presente es evadirse del ayer, es una reacción puramente maníaca, es quedarse sin historia...en fin, unos juicios sentenciantes que me han confirmado y robustecido aun con más claridad y determinación este impulso matinal, de todos los días, de inventar mi momento. Es imposible que el presente no esté sustentado por lo vivido ayer, por la historia individual que incluye lo social. Así que a no perder tiempo en aclarar lo obvio, es que me consta tu inteligencia lector imaginario.
Lo complejo de la existencia es (en) esa determinante y filogenética necesidad de vivir a partir de los otros, sino morimos. Fascinante. En esa clave estamos sumergidos los humanos, entre otras especies. Hace rato que dejamos de ser el centro del universo... o no?
Mirame, tocame, alabame, sentime, decime, adorame... parece ser el biberon del comienzo de la existencia. El otro extremo propone arreglate, correte, jodete, asustate, perdiste, matate... Es el secante, la otra cara que de a poco o de a mucho matiza el egocentrismo.
Luego, el cóctel es personal, y a despertarse, si querés, si se puede, si te esperan, si te dejan... esa es la cuestión (entre tantas otras....así es la vida !)
(pintura "THE KEY" J. Pollock)
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