Un camino


Con el viento a su favor se lanzó a cabalgar por el llano. Los árboles a lo lejos agitaban alguna sombra y el olvido de otros tiempos en que fueron plantados. El caballo monótono sostenía su ritmo, no había apuro, nadie lo esperaba, así que dejo que el saino tomara su propia marcha. Al ir llegando, los arboles fueron encontrándose en un tupido bosque. El calor alentaba a llegar en busca de sombra aliviadora, y así lo hicieron. Al borde del espesor frondoso era el silencio. El viento silbando en las copas anunciaba cierto hechizo. Bajó de su montura, caminó lento hacia adentro por un camino natural, allí inventado, que le era propicio. Fueron apenas algunos minutos en ese adentro y se encontró otra vez con la calma.
La serenidad influyó en su pensamiento, que tomó sensaciones inesperadas, ese surgir de emociones que aliviaban y creyó que lejos de toda garantía, la vida allí estaba, él lo percibió. Ahora así se manifestaba esa convicción de pertenecer a una experiencia eterna, alucinante. Unos pasos profundos, tenues, alrededor de un pequeño claro en ese espacio. Se sorprendió con una sonrisa al ver que su saino se acercaba.


(pintura de Gustav Klimt)

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