
Hace unos días una gran persona, un alma realmente poética y enorme como la de Mariano Gianelli, me comentó que estando en las playas de Uruguay con su mujer e hijo, de pronto vieron deambular a un sujeto al que vieron idéntico a mi. "Eras vos, Rober...", me espetó con entusiasmo y un alto monto de misterio. Mariano es una persona profunda, auténtica y jovial, con lo que su comentario hizo espacio en mis reflexiones por varios días y dejó reaparecer esa fantasía universal de la existencia de una alma gemela para cada uno en algún lugar del planeta. Un otro con el cual uno se vería absolutamente identificado, absorbido, reflejado. Como el tema lo promovía abrí "El libro de arena" de J. L. Borges, en el cual el primer cuento se llama "El otro", donde Borges se encuentra a sí mismo viviendo una juventud que ya había transitado varias décadas atrás. Un diálogo con un ayer donde se proyecta un futuro ya vivido. La imposibilidad de vivir dos tiempos integrados, con la ventaja de que lo ya vivido no volverá y si así lo hiciere sería solo en clave de siniestro.
Esta semana comenzaron las clases en la facultad, tuve mi primera el martes. Las próximas irán acercándose a uno de los temas más intrincados, y a mi gusto, misterioso de la psicología humana, el sí-mismo, el YO, el narcisismo. Freud trabaja en un articulo llamado "Lo ominoso" cuya traducción sería "Lo siniestro" la formulación de la producción de dobles. El ser humano desde los tiempos totémicos, animistas, aun vigentes, claro está, detecta esta particular forma de vérselas con lo circundante, el cosmos. El individuo tiende a proyectar en la realidad externa a su sí-mismo, atributos propios de su persona, con lo cual, ya sea desde un lugar sublime como en el arte o algunas religiones y filosofías, o desde la más aberrante y dolorosa distorsión patológica, una persona tiende permanentemente a encontrar en el mundo sus propias tensiones, deseos, culpas, emociones. Un paranoico proyecta una realidad persecutoria en los otros cuando ese movimiento acusatorio y amenazante es promovido desde su propio mundo interno, inconciente.
Detrás del velo de lo aparente, se manifiesta nuestra propia esencia que como un magma irreverente busca encontrar un espacio que lo delimite, de forma única, exclusiva. Un deseo omnipotente, que será siempre frustrado ante la presencia de una identidad encontrada en el otro. El deseo y el amor por el otro, la atracción y fascinación de los enamorados, podemos también entenderla como la cósmica fuerza para encontrar en un otro diferente la completud de una existencia, la reproducción de nuestro gran misterio que es el estar vivos, la imagen de nuestro ser y entonces sentirse siendo, concientes de la existencia que es desde antes de uno y continuará después de uno.
Después de uno ?, o con uno...
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