
Buscando infinito me detengo mirando las estrellas, de noche el universo es diferente, despedaza toda certeza. Allí sumergido entre el polvo estelar me olvido de ser humano y me convierto en un rayo, que atraviesa el abismo de lo inexplicable, de lo que no se decir. Es un buen trago de humildad.
Deshecho de maniobras intelectuales vuelvo... y estaba en la arena, tendido como uno más. Una hoja de diario vieja, rota, me envolvió el brazo, impulsada por el viento, sin destino, azarosa. Pude leer unas palabras tras otras de una serie entrecortada... la inquietud estaba de mi lado, eso es todo.
Extraño lo que nunca conocí, nostalgia desde el desconocimiento. Quien rayos me impulsa a buscar un sentido, que es esto de vivir tratando de ser alguien a quien desear, amar. Una carga genética, un enigma de la fuerza de gravedad... allí voy.
Extraño lo que nunca conocí, nostalgia desde el desconocimiento. Quien rayos me impulsa a buscar un sentido, que es esto de vivir tratando de ser alguien a quien desear, amar. Una carga genética, un enigma de la fuerza de gravedad... allí voy.
Será que el afecto tiene maza y necesita atraer para aquietarse, para expandirse, para olvidarse del agobio de ser ínfimo en medio de tanta demanda.
Me gusta la vida, es loca, pero tiene tanto de esa maravillosa maniobra que llamamos intuición, que nos conmueve y nos aventura a la inquietud, a resolver, inventar, la idea, los pensamientos, los rituales sociales, los dioses y sus religiones, el odio y la guerra, el amor, vos y yo.
(pintura "baigneurs repos" Cèzanne)
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