
Me decidí ir abriendo los surcos. Sin más, un río de noche se deslizaba generoso, oscuro, incierto.
Al levantar la vista vi ese surco perderse en las sombras, creciendo en raras oscuridades. Cuando levanté del todo mi mirada allí aparecía conformado un río profundo, amplio, que se perdía en un gran horizonte de cielo sin fin. No había pasado mucho tiempo cuando de aquel horizonte, y viniendo desde un lejos tan remoto como el primer aliento, una nave se deslizaba. Al filo del horizonte un barco con luz de color rojo azulado comenzó a venir, por las aguas, entre los reflejos de luna y la luz de la nave, esos brillos caleidoscópicos sobre el agua, reflejo imposible a toda ley. Allí llegaba el barco azul con luces, ahora ya más próximo. plata, rojo, que surgían desde la cabina.
En la orilla del río, cuando el agua no pudo más sostener su flotación, se detuvo. Sin temor, imposible fue no acercarme. Nada me animaba más que sentirme atraido a ese borde.
En ese deseo me vi envuelto al comienzo de la maniobra.
Al levantar la vista vi ese surco perderse en las sombras, creciendo en raras oscuridades. Cuando levanté del todo mi mirada allí aparecía conformado un río profundo, amplio, que se perdía en un gran horizonte de cielo sin fin. No había pasado mucho tiempo cuando de aquel horizonte, y viniendo desde un lejos tan remoto como el primer aliento, una nave se deslizaba. Al filo del horizonte un barco con luz de color rojo azulado comenzó a venir, por las aguas, entre los reflejos de luna y la luz de la nave, esos brillos caleidoscópicos sobre el agua, reflejo imposible a toda ley. Allí llegaba el barco azul con luces, ahora ya más próximo. plata, rojo, que surgían desde la cabina.
En la orilla del río, cuando el agua no pudo más sostener su flotación, se detuvo. Sin temor, imposible fue no acercarme. Nada me animaba más que sentirme atraido a ese borde.
En ese deseo me vi envuelto al comienzo de la maniobra.
De pronto, alguien se asomó en la cubierta, su silueta claramente se distinguía de la luz que empujaba. Al paso de un instante me pregunté que querrá tanta presencia, algo deberá decirme, aun si fuera una alucinación.
Recuerdo haber dicho palabras imperiosas de reconocer el momento...Oye amigo, estás llegando... desde dónde, ? todo bien ? le pregunté con firme serenidad...
Con voz equivalente resonó desde aquella proa... este es el río, se hizo tu barco...
Con voz equivalente resonó desde aquella proa... este es el río, se hizo tu barco...
(foto Museo Guggenheim)
Gosto do que escreves!
ResponderEliminarHá sempre um movimento interior,
do fundo da alma!
Posso 'quase' vê-la...
Besos.
tal vez se acerco tu padre en ese barco...
ResponderEliminarabrazo, Ale
Jac, estoy convencido que no es para todos ver el movimiento del alma, vos tenés esa magia.
ResponderEliminarBesos
Ale adorable... mi padre puede ser, siempre lo llevo con emoción.
Abrazo fuerte