2001 Odisea del espacio - Stanley Kubrick (1968)

El propio Kubrick dejó expresamente abierta la obra a la libre interpretación. Aquí intentaré dar algunas de las ideas que me genera esta obra. La película muestra el enigma de la existencia. Se pregunta por las dos grandes incógnitas digna de toda filosofía o saber existencial que se aprecie: de dónde venimos? y hacia dónde vamos?.

Al comienzo muestra la aparición de una diferencia dada por el descubrimiento dentro de una especie de simios de la utilización de objetos como instrumentos. La metáfora elije un hueso, una especie de quijada, con forma de hacha. El hueso rompe otros objetos, sin dañar el cuerpo propio, es decir las propias manos. Allí se instala un hito, simbolizado de una forma notable con el emplazamiento de un monolito, estructura que adquiere la forma y las características de lo inaudito. Una aparición sin sentido ni motivos, pero ahí aparece entre los monos. Una señal, una presencia, algo perfectamente ilógico. En esta escena Kubrick elige la música de ese extraterrestre el maestro György Ligeti. Es el descubrimiento donde queda señalada la diferencia. Un objeto diverso que es descubierto. Un grupo de primates que de la noche a la mañana se despierta descubriendo lo extraterrestre, es decir, la conciencia de sí. Algunos ven en esta pieza de la película la afirmación de que el hombre es instalado en la tierra por seres inteligentes de otros planetas. No estoy de acuerdo con esa mirada que me parece, si bien asombrosa, ingenua. El hombre no existió desde que comenzó la vida en el planeta. La edad del hombre sobre la tierra es de tan solo 4 millones de años, y el planeta tiene una antigüedad de 4.500 de millones de años aproximadamente. Con lo cual, el hombre es una novedad en el universo terrestre. Como ocurrió esta aparición ? la más cuestionada teoría es la de la generación espontánea, es decir, de un día para el otro apareció la especie humana, como un día aparecieron los caballos, o las hormigas, etc. Otra teoría más acorde a los paradigmas científicos lógicos es la de la evolución, es decir, la paulatina y permanente complejización de la materia viviente adecuándose en la interacción con el medio. Pero que hizo que de pronto hace cuatro millones de años comenzase la vida de la especie que conformara la humana?, que hizo que de un simio, de pronto, un grupo de primates, una rama de ellos, comenzara esa evolución categórica que existe entre la especie humana y cualquier otra especie viviente sobre la tierra?... esa es a mi modo de ver y entender la fascinante pregunta con la que el genial director comienza la película. Ese día hubo un algo extraordinario, literalmente simbolizado por ese monolito negro, de lados perfectos, sin explicaciones ni otros propósitos que la de estar ahí. Se coló Heidegger: el ser ahí, ese es el hombre. Inmediatamente aparece un valor psicológico trascendental y es el de la conciencia de sí, el mono que mata al líder de otra manada para conquistar un espacio de provisión de agua, toma conciencia de su poder y de su determinación. Un lugar con sentido y voluntad dispara la base psicológica del sí mismo. Pienso ahora lo que tan genialmente trabaja Lacan en el Estadio del Espejo, donde el bebe se reconoce a si mismo en un otro, en la mirada de la madre descubre su mirada. Se siente en la medida que otro lo siente. El hombre se dispara hacia una evolución puesta en función de la conquista de lo exterior, del espacio que le rodea, el exterior que lo siente y lo mira, constituyéndolo. Y en esa escena apoteótica, en la que es considerada la mayor elipsis jamás lograda en el cine, el primate arroja su arma hacia el cielo, en un relentado girar sobre si mismo, y ese hueso no se detiene esfumándose en la imagen con la aparición de la nave espacial... salto y síntesis magistral.. continuidad trascendente. Desde el inicio el hombre nunca dejó de hacer lo mismo, buscar, descubrir y dominar. Buscamos descubrirnos esa es nuestra finalidad. De ahí el espanto hacia la muerte. La conciencia de nuestra finitud como existentes materiales es insoportable, algunos hasta prefieren morir. La muerte como el otro extremo, la otro pregunta: tanto camino pero... hacia dónde vamos?
La película pone todo su desarrollo entre dos recorridos: por un lado la evolución permanente de orden racional que ha llevado a generar una computadora tan perfecta como HAL 9000. Computadora que llegado un momento toma conciencia de sí y no quiere morir (esto es igual a la trama de aquella otra película dirigida por Ridley Scott "Blade Runner") para lo cual, al igual que el hombre, planea eliminar a la especie que se opone o que puede llegar a arrebatar su autonomía, matar a su creador y padre, el hombre. Entonces la súper máquina, la computadora HAL 9000 decide deshacerse de la tripulación, ahora la obra del hombre osa igualarse al hombre y reemplazarlo. Ecos míticos de los relatos del génesis, el hombre que quiere ser como Dios y es expulsado de la beatiutud celestial. Esto es para mi una clave. Aquí cabría el código genético de nuestra existencia, de la vida, del cosmos. El empuje vital hacia la continuidad, la supervivencia, la expansión universal. Lo particular y exclusivo es la conciencia de si en camino hacia la muerte, es decir, la desaparición ante la percepción propia y ajena. Herida narcisista básica. Y entonces la pregunta por ese destino, la pregunta por el hacia donde vamos, a mi modo de ver queda planteada con la persistencia del monolito, único y eterno, símbolo de un otro nivel ajeno a la experiencia espacio-temporal. Esa figura simbólica que excede cualquier comprensión y explicación racional es la que propone el nivel de la permanencia. Se me ocurre como un sentir sagrado, detrás de toda ideología y teoría. Kubrick como poeta y artista genial plasma una atmósfera donde el tiempo y el espacio pierden toda continuidad y forma dejando lugar a la existencia de la eternidad en clave de enigma. En definitiva es una película que propone una trascendencia en la evolución y el destino.


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