El Sueño

En un sueño viví algo indescriptible, una sensación conmovedora, sutil en su amplitud y tremenda en su exposición, la realidad. En esa experiencia, donde estaba en la ciudad de Amsterdam, tan venerada y sentida por cierto, me veía repartiendo dos plantas que tenían verde radiante, de unos 80 cm de alto, finas pero muy vibrantes. Las plantas contenían el misterio del espíritu, pero nadie lo advertía. Una sensación increible, muy diferente a las experimentadas en mi vida de vigilia. Recuerdo que en un primer momento comprendí dentro del sueño que eran plantas de cannabis, pero no eran eso. Tuve la conciencia de lo real, de lo que no se ve. Sumergido en el sueño, estaba yo mirando a una de esas plantas, mientras la gente circulaba animadamente por las calles. Había gente compartiendo alrededor mio el momento, en una mesa, se habla de cualquier cosa, buena onda, el movimiento y el ruido propio de esa divina ciudad. El sueño fue muy rico en instancias sociales, movimientos, caminaba hacia diferentes lugares, un sueño bastante extenso. Pero lo que estoy recortando es una escena que me dejó, y ahora despierto me sigue impactando, fuertemente conmovido. Estaba en un espacio, contemplando la planta puesta sobre una mesa, y en su copa, unas finas hojas verdes brillantes. Perdí el foco de la planta, y se acopló el fondo, allí comencé a experimentar una sensación que la llamaría ahora torpemente de hiperconciencia, como el aura propia de la epilepsia, o la inspiración repentina en el momento creativo. En ese sueño, me olvide del sueño, me corrí de los deseos inconcientes, y pude sentir plenamente una experiencia que me transformaba en la base de la existencia, capté como por un acto de iluminación la vida.