El duelo y los sueños.


Respiré profundo, tome agua, fresca... que importa
Me di vuelta sobre el camino y ya no volví sobre mis pisadas, pero no olvido.
Busque saber si de algo servía lo que me enseñaron de chico, y me cansé de las conjeturas.
Hoy no reprocho nada, ni a nadie, aunque en esto no soy romántico. Hay gente maligna, están ahí y las reconozco. Y no son pocos.

Es muy importante la amistad. Es algo que siempre pondero a los pacientes con los que tengo el gusto y la pasión de trabajar por su evolución y alivio.
Por general se pasa a segundo plano las buenas compañías y solo se ponderan aquellas situaciones o vínculos donde hay conflictos, dolor o frustraciones. Pero las buenas experiencias, las que sostienen en silencio mucho del sentido genuino de lo cotidiano no se consideran siempre como debieran. Allí hay buena vibra, mucha energía y sobre todo verdaderos lazos de humano afecto, interés, amor. Las situaciones tensas, las crisis son las experiencias fundamentales en la vida según Arthur Schopenhauer.
Arthur fue el nombre de mi abuelo paterno a quien no conocí.

Vi morir a mi padre, atado a cánulas, su cuerpo se sacudía sin control, caoticamente. Era junio del '91. El médico me dijo que estaba en coma. Yo entendí en cambio, al verlo así, que se estaba muriendo. El sábado que falleció estuve en la última visita permitida. Terapia intensiva, derrame cerebral. Le di un beso en la frente y creo que lloré un poco, en silencio me envolvió el duelo. Jamás me olvidé, claro, no hace falta aclararlo pero aquí necesito decirlo. Porque luego de enterrarlo, comenzó un recorrido de mi memoria, de tratar de ver las huellas de aquel camino. Y con ese camino había empezado a escribir...

Me di vuelta y se fue deshaciendo ese vestigio, las huellas se fueron transformando, creando enlaces nuevos, el viento es tan suave, y de a poco, casi sin quererlo, el recuerdo se fue desdibujando, cobrando caprichosos recortes. Descubrir que de allí vengo.
En los siguientes dos años tuve tres únicos sueños donde con él me encontraba. Es que el deseo siempre edita. El primero muy divertido, el segundo más solemne y no estaba solo, y en el tercero nos despedimos. Fueron sueños llenos de sentidas emociones y me llenaron de paz, me curaron, dije al fin, y no lo volví a soñar más.
El último sueño... el último sueño en que lo soñé encontrándonos fue muy impresionante en su marco. Estábamos en un espacio verde y amplio, como una típica pradera de campiña inglesa. Nos abrazamos en silencio. Ni una palabra... sabíamos que nos estábamos despidiendo, me despedí consentidamente, él se marchó. Cuando me desperté, no necesite escribir el sueño para recordarlo más tarde. Convengamos que no ofrece complicaciones en su escena. No soñé nunca más con mi padre, ya se fue y me quedó con su serena memoria.
Cuando recuerdo esto a veces una lágrima me acompaña y me hace tan bien.
Hay lágrimas que son aliviadoras, como ángeles que vienen a cuidarnos ( me dijo una paciente una vez en alusión a las gotas de lluvia sobre la ventana de mi consultorio).

Como un ritual se va encendiendo el día, el sol ilumina la ventana, se acerca la primavera, la ciudad volviendo a proyectarnos. Amo levantarme a esta hora, sorprenderme despertando a esta hora, y ver la vida en su misterio.

5 comentarios:

  1. Estimado Roberto se extrañaban sus palabras.
    Conmovedoras desde lo hondo de su subjetividad, invitando a otras subjetividades a realizar su camino propio y motor de la escritura.

    Un abrazo.
    Gastón.

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  2. Hola Gastón... tanto tiempo... espero que tus cosas sigan evolucionando y creciendo al empuje de tus proyectos y deseos. Un alegría escucharte.
    Abrazo

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  3. Nada se pierde, todo se transforma...a veces me convenzo de eso. Tenes una manera muy propia de poder atravezar con tus palabras Lo tangible, Lo que está ahi y muchas vaces no sabemos como nombrar. Un gusto leerte. Saludos

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  4. Me movilizo leer sobre su padre, me fue útil hacerlo. Tengo a mi viejo ya en las ultimas fases de un cáncer, y vivo a cada día una despedida (aunque no de forma onírica)es doloroso pero también hay lagrimas que hacen bien.
    Todavía debo su final, por una u otra cosa no me pude presentar, ojala se acuerde de mi cara al menos jaja yo lo recuerdo como uno de los mejores profesores sin duda. Saludos Roberto

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  5. Hola... es un momento muy importante y definitivamente imborrable el que se te está imponiendo. Te entiendo absolutamente y de alguna manera sabrás ir despidiéndote para alejarte en sereno dolor de esa figura que nos cruza hasta el infinito. Saludos estimada/o y cuente conmigo si quiere tomarse un café y charlar. Gracias por compartir tu momento.

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