Día y noche te nombro vida



Aturdido, en medio de la niebla, su camino se hacia incierto.
Día tras día, noche tras noche, todo el tiempo la agitación interna no cejaba.
Ya casi exhausto atinó a recostarse al borde, sobre una blando pastizal. Quedar dentro o afuera no lo preocupó más, aturdido allí se detuvo.
Cerrar los ojos, sentirse frágil, en ese punto no le atemorizó, ya no le importó.
Y como ocurre cuando se relatan los sueños sin dudar si son reales, creaciones fuera del tiempo, fuera del espacio lógico, en ese deseo aceptado, en derroche de fantasía generosa, construyendo lazos que nos vuelven existentes en toda dimensión, a cada hora, en cada instante... un susurro se adueñó de su conciencia... tenues sonidos de minúsculos seres se abrieron a sus oídos. Grillos, chicharras y pájaros llenaron sus percepciones. Embriagante viento sonando entre los árboles, danzando con la hierba... y su conciencia se sumergió, en ese todo la nombró. En aquel nombre quiso su amor.
Con ese sentir y destino, el deseo de reencontrarla. Entonces la vida se adueña de los sentidos, la locura de serenidad, la respiración restablece el ritmo y el corazón late, uno tras otro, el corazón late... misterioso recuerda su nombre, recorriendo el cuerpo, recuperar el sentido, un regalo haber nacido y saber que existís.


Los sonidos fueron chispeantes, la brisa caricias, metáfora de su misterio un nombre que contenga.
Sin estorbos, abre los ojos y respira, vida.


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