Antes de hablar de Perseo hay que contar quienes fueron sus antepasados, porque además es una historia realmente muy movida y apasionante...
Todo empieza cuando Zeus comenzó a tener aventuras íntimas con Ío. Para seducirla tuvo la estratégica elegancia de convertirse en nube, así Zeus apareciendo en forma de nube conquistó y enamoró a Ío. La esposa de Zeus, "Hera", se puso temperamental y quiso destruir a su rival. Entonces Zeus se anticipo, convirtiendo a Ío en una bonita ternera blanca. Nadie sospecharía de ese animalito, exceptuando la mujer de Zeus. Hera, haciéndose la ingenua, pidió que se le regalase la tierna ternera. Zeus disimuló, le hizo el regalo. Hera ató a la ternera con una soga corta y le encargó a Panoptes ("el que todo lo ve") que la cuidara. Claro que Panoptes, además de ser gigante, tenía cien ojos y cuando dormía cerraba cincuenta y los otros cincuenta los dejaba abiertos. Zeus no se hizo esperar en su rescate y mandó a Hermes que liberara la muchacha-ternera. El resultado fue que el gigante Panoptes fue decapitado. Hera, conmovida, tomo los ojos de su difunto servidor y a modo de homenaje los desparramó sobre la cola del pavo real...
Luego Hera, una vez celebrado su panóptico amigo, envió un mordaz tábano para que atormentara a Ío, todavía convertida en ternera. La desdichada recorrió el mundo huyendo del insecto y finalmente llegó a Egipto, donde Zeus le devolvió su forma primitiva por medio de tiernas caricias. Caricias va, caricias viene, Ío queda embarazada y nació Épafo, "el hijo del tacto".
Dos descendientes de Épafo se llamaron Egipto y Dánao. Este último intentó arrebatarle la corona del país del Nilo a su hermano. Fracasó, y obligado a huir se refugió en el Peloponeso, donde conquistó la ciudad de Argos.
Ahora bien, Dánao tenia cincuenta hijas, "las danaides", y Egipto cincuenta hijos y pactaron que se casaran a modo de reconciliación fraterna. El día de la boda colectiva, Dánao, dió a cada una de sus hijas un puñal para que matasen a sus maridos. La ejecución masiva fue un éxito. Zeus se enojó bastante y entonces condenó a las "danaides" a llenar en los infiernos un tonel sin fondo. La condena, entonces, se hizo eterna para todas, excepto para una de ellas, Hipermestra, que habiendo desobedecido la orden de asesinato de su cruel padre Dánao salvó a Linceo, que obviamente nunca más se separó de ella, fue su marido, y ambos escaparon.
Preto y Acrisio eran nietos de Hipermestra y Linceo. Ambos nietos fueron otra pareja de hermanos que se pasaron la vida discutiendo. Acrisio además de reinar Argos tuvo una hija que se llamó "Dánae". El oráculo de Delfos le profetizó a Acrisio que su nieto lo asesinaría para quedarse con el trono. Frente a tal amenaza ordenó encerrar a su hija en una torre de hierro. El destino quiso que ni más ni menos el mismisimo Zeus se enamorara de Dánae, y ya sabemos que el dios era amoroso, metamorfoseándose esta vez en lluvia de oro, se coló por una pequeña abertura, llegando así hasta la bella amada. Y así nació Perseo.
(pintura "Danae", Gustav Klimt, 1907)
.....me encanto
ResponderEliminarun abrazo Rober!
excelente relato del mito.Gracias Roberto.
ResponderEliminar